Cultura
Entendemos por cultura a todas aquellas manifestaciones materiales,
espirituales e ideológicas que representan a una o varias personas y que las
identifican como parte de un conjunto mayor de individuos. La cultura es una
creación del ser humano si tenemos en cuenta que los restantes seres vivos subsisten a partir de la utilización del medio pero no de la creación
del mismo. Así, si bien compartimos con ellos las funciones orgánicas que nos
hacen nacer, crecer, reproducirnos y morir, la cultura es un bien exclusivo del
hombre que iguala a todos los individuos (ya que todos podemos crearla) pero
que al mismo tiempo nos hace diferentes entre unos y otros (porque cada uno
crea su propia cultura), aumentando la riqueza que el ser humano compone.
La cultura
es un fenómeno común a todos los seres humanos ya que todos y cada uno de
nosotros, al vivir en sociedad, aprendemos lo que nos transmiten las
generaciones anteriores y con ese conocimiento podemos eventualmente
contribuir a que la cultura siga creciendo y perviviendo. Sin embargo, la
cultura también nos diferencia ya que cada grupo social construye sus propias
representaciones culturales de acuerdo a sus preferencias, sus intereses, sus
miedos, sus inquietudes, etc. Así, no es lo mismo la cultura de un país
occidental que la de un país oriental, como también puede ser diferente la
cultura de una región de un país con otra región del mismo país o incluso las
culturas que representan a diferentes grupos sociales que conviven juntos en un
mismo espacio geográfico.
Creación social es el nombre de una hipótesis
teórica nacida de la exigencia de decir de modo positivo y propositivo qué
ocurre o puede ocurrir cuando las relaciones y los contextos llegan a expresar
sus dimensiones creativas. Cuando las ideas encuentran una lengua y las formas
para sustanciarse estamos en presencia de un pensamiento vivo que nace tocado y
manchado por las situaciones y las contingencias en las cuales se dan. Por
creación social podemos entender aquella disposición simbólica, que encuentra
una traducción concreta y práctica, en la cual los sujetos llegan a ser sujetos
a pesar de la apropiación capitalista de los conocimientos a los que la
pedagogía del capital nos ha habituado en los últimos decenios.
El interés por una pedagogía de la creación social
nace de la necesidad de mostrar una pedagogía social en la que hay una difusión
de prácticas y de contextos que activan y reactivan una economía de intercambio
humano y simbólico, de palabras, bienes, gestos, que amplía y redispone de
forma diferente las posiciones previstas del intercambio propuesto-impuesto por
el libre mercado con el efecto de liberar el concepto de lo económico de la
reducción capitalista. La creación social ofrece ejemplos contemporáneos de
narraciones que encarnan en aquello que hacemos (estudiar, trabajar,
participar) un sentido de lo económico en su raíz teológica, capaz de restituir
un orden de las relaciones y del intercambio complejo y articulado donde
pasiones, intereses, ganancia monetaria y extra monetaria, desinterés, se combinan
de forma diferente y libremente, haciendo las relaciones y los contextos
irreducibles al intercambio como lo ha entendido el utilitarismo y el
economicismo.
La herencia
La herencia genética es el proceso por el
cual las características de los individuos se transmiten a su descendencia, ya
sean características fisiológicas, morfológicas o bioquímicas de los seres vivos bajo diferentes condiciones ambientales.
Uno de los debates entre los científicos es cual es el peso de la naturaleza y cual es el peso de la cultura, es decir, la
magnitud de la influencia de los genes versus la
magnitud de la educación y el medio ambiente. El dilema de una oposición entre naturaleza y cultura, lo innato versus
lo adquirido, es decir innato o adquirido, frase acuñada por Francis Galton en el siglo XIX.
Está comprobado que en los genes se
transmite el color de la piel, del cabello, de los ojos. ¿Se transmite
también algo de la personalidad, los gustos, el carácter, las capacidades
o la inteligencia?
El doctor Albert Rothenberg,
profesor de psiquiatría en la Universidad
de Harvard y la doctora Grace Wyshak,
profesora de psiquiatría en la misma universidad, estudiaron el árbol genealógico 435 de los 488 químicos, físicos, médicos y fisiólogos galardonados con el
Premio Nobel entre 1901 y 2003, y el de 50 escritores ganadores del Premio Nobel de literatura y 135 ganadores del Premio Pulitzer. Los resultados de sus investigaciones contradicen la teoría de la
transmisión directa del genio del británico Francis Galton publicada en el libro «Hereditary
Genius». Según Albert Rothenberg y Grace Wyshak la genialidad no depende
de los genes sino de una constelación de factores que no son genéticos sino
psicológicos. Los procesos afectivos y cognitivos involucrados en la
creatividad son el resultado de una combinatoria de educación, genética y
factores sociales. Los premiados no llevaban la genialidad grabada en el ADN ni provenían de
familias con coeficientes
intelectuales privilegiados sino que
se habían educado con el incentivo y la orientación creativa de sus padres. Los
deseos incumplidos de estos padres buscaban realizarse a través de sus hijos.
El término
aculturación se refiere al proceso por el cual el contacto continuo o
intermitente entre dos o más grupos de culturas diferentes afecta mutuamente
las respuestas culturales de cada uno de éstos.
A
principios de siglo el término se hacía sinónimo de difusión o préstamo
cultural e inclusive con el de asimilación por lo que se hizo necesaria una
delimitación más estricta del mismo. En 1936 la American Anthropological Association nombró una comisión para
revisarlo. Esta comisión, formada por eminencias del calibre de Redfield,
Linton y Hertskovits definió aculturación como "aquellos fenómenos que
resultan cuando grupos de individuos de culturas diferentes entran en contacto,
continuo y de primera mano, con cambios subsecuentes en los patrones culturales
originales de uno o de ambos grupos. Aún cuando más tarde los mismos autores de
esta definición se expresaron en contra de los aspectos limitantes de la misma,
no cabe duda que proveyeron una definición operativa. Esta definición permitió
entre otras cosas, resaltar el carácter dinámico de la transmisión cultural.
Sin embargo, al hacer énfasis en el contacto cultural esta definición excluyó
el uso que psicólogos y educadores daban al concepto, como sinónimo de
educación, por lo que Hertskovits sugirió el uso de endoculturación (enculturation) para referirse a
crianza, socialización y escolarización, o sea transmisión cultural de una
generación a otra dentro de la propia cultura.
El vocablo endoculturación deriva del griego que significa “dentro”
y proviene del latín “cultura”, su
componente léxico es el sufijo “ción” que es “acción y efecto”. La endoculturación o enculturación
es el desarrollo de la transferencia cultural
que pasa de una generación a otra y se basa primordialmente, en el control que
la generación de más edad que se ejercita sobre los medios de recompensar y
castigar a los niños. Cada una de las generaciones las reprograman no solo para
replicar el comportamiento de la generación anterior.
Transculturación
La transculturación
es un fenómeno que ocurre cuando un grupo social recibe y adopta las formas culturales que provienen de
otro grupo. La comunidad, por lo tanto, termina sustituyendo en mayor o menor medida sus propias
prácticas culturales.
El concepto fue desarrollado en el campo de la antropología. El antropólogo cubano Fernando Ortiz Fernández (1881-1969) es señalado como el responsable de acuñar la noción en el marco de sus estudios sobre el contacto cultural entre distintos grupos. Además de todo lo expuesto tenemos que subrayar que este fenómeno de la transculturación se puede dividir en distintos tipos. Así, está la colonización, la inmigración.
Un claro ejemplo de transculturación lo podemos ver en
América a partir del descubrimiento que del continente realizó Cristóbal Colón
en el año 1492. Con la colonización de estas tierras los habitantes de las
mismas vieron como su patrimonio cultural daba un giro radical en muchos
aspectos y quizás uno de los cambios que mejor muestra ese cambio es que la
Iglesia Católica intentó imponerles sus creencias a toda costa.